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Los vehículos están diseñados para soportar grandes exigencias mientras se utilizan, según sean sus especificaciones. Además, son “máquinas inteligentes” que envían señales cuando algo no está bien, tal cual como una persona cuando enferma
Es importante saber identificar estas señales para no dejar que los problemas empeoren. También, es clave determinar cuándo se trata de algo normal o del día a día, y cuándo estamos ante un serio desperfecto.
La unidad de potencia tiene que estar al día en todo momento para disfrutar de una conducción tranquila, pero sobre todo segura. Una de las piezas que juegan mayor importancia para el estado general del vehículo es la bujía, aunque la misma nos ofrece un diagnóstico completo del motor cuando algo falla.
Esta pieza tiene como responsabilidad generar la chispa para que se efectúe la combustión de la gasolina dentro de los cilindros, por ello, se deben revisar constantemente para saber cómo marcha todo.
Cuando estas piezas presenten un aspecto con recubiertas de incrustaciones (generalmente blancas), puede hacer que el motor falle a grandes revoluciones o esfuerzos. Esto puede suceder cuando se pierde aceite por medio de los segmentos del pistón.
Encontrarse con residuos de carbón en la punta de encendido generará problemas de arrancado, por ende, generalmente tendrás que realizar varios intentos para lograrlo. Además, el rendimiento en marchas lentas disminuirá considerablemente.
Por otro lado, cuando esta misma punta presenta grasa de aspecto húmedo y negro también ocasionará los problemas recientemente descritos.
Ahora, cuando veas el aislador de porcelana de color blanquecino o brillante, sentirás como el motor golpea perdiendo fuerza para afrontar subidas o cuando se trasladan cargas pesadas.
Pequeños residuos granulados con presencia de quemado en los electrodos y la superficie del aislador, se puede originar tras usar gasolinas de bajo octanaje, y pueden afectar a tu motor un golpeo constante en la unidad de potencia.
La punta de porcelana del aislador de la bujía puede romperse o agrietarse (probablemente debido a un choque térmico) que traerá como consecuencia un rendimiento muy bajo, notable en todo sentido tras fallar en todo el apartado de las revoluciones.
Finalmente, la oxidación de esta pieza, junto a la corrosión, hará que el motor tenga problemas para encender, realizando un esfuerzo extra para brindar potencia, pero que tarde o temprano podría terminar por dañarse.
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